17 noviembre, 2014|SOBRE CÁNCER|
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Las dos bazas más importantes que tenemos para luchar contra el cáncer son laprevención y el diagnóstico precoz, esta noticia se enmarca dentro de la segunda, esta en fase experimental pero los resultados obtenidos prometen una rápida implantación en cuanto la burocracia de las patentes esté solventada. Saber si se tiene un cáncer  o  un proceso del mismo  con un simple análisis de sangre, va a suponer un avance prometedor porque en el caso de detectarlo en su fase latente de crecimiento los tratamientos seránmás efectivos y menos invasivos.

La prueba usa la luz ultravioleta para dañar el ADN celular y medir ese daño, cuyo grado indica la presencia o no de la enfermedad en el organismo.
La noticia:

Universidad de Bradford/T21 | Martes, 29 de Julio 2014
Investigadores de la Universidad de Bradford, en el Reino Unido, han ideado un sencillo análisis de sangre para diagnosticar si la gente tiene cáncer o no. Consiste en someter muestras de sangre a luz ultravioleta, que daña el ADN celular. El grado de ese daño puede indicar con precisión la presencia o no de esta enfermedad en el organismo. Las pruebas realizadas con el sistema han resultado exitosas, afirman los autores de la investigación
La prueba permitirá a los médicos descartar el cáncer en pacientes que presentan ciertos síntomas, ahorrando tiempo y evitando procedimientos invasivos costosos e innecesarios, tales como colonoscopias y biopsias.Además, podría ser útil para la atención a pacientes que se sospecha tienen un cáncer difícil de diagnosticar.

Los primeros resultados han demostrado que este método proporciona un alto grado de precisión del diagnóstico de cáncer y de condiciones precancerosas en pacientes con melanoma, cáncer de colon y cáncer de pulmón.

Una ingeniosa solución

La prueba, bautizada Lymphocyte Genome Sensitivity (LGS), consiste en observar las células blancas de la sangre o leucocitos para medir el daño causado en el ADN contenido en ellas, cuando son sometidas a diferentes intensidades de luz ultravioleta (UVA), que se sabe dañan el ADN.

Resultados empíricos han demostrado claras diferencias entre el daño que produce en los leucocitos la luz ultravioleta en pacientes con cáncer, con condiciones pre-cancerosas y en pacientes sanos.

Diana Anderson, autora de la investigación explica en un comunicado de la Universidad de Brandford que: «Los glóbulos blancos forman parte del sistema de defensa natural del cuerpo. Sabemos que se encuentran bajo estrés cuando están luchando contra el cáncer u otras enfermedades, así que nos preguntamos si, de alguna manera, podríamos ver ese estrés. Hemos descubierto que las personas con cáncer tienen un ADN que resulta más fácilmente dañado por la luz ultravioleta que otras personas».

Resultados notables

El estudio analizó muestras de sangre de 208 individuos exponiéndolas a la luz ultravioleta a cinco niveles de profundidad del agar.

El daño de la luz UVA fue observado en forma de fragmentos de ADN inclinados hacia el extremo positivo del campo eléctrico, generando una cola similar a la de los cometas. Cuanto más larga era esa «cola», mayor era el daño en el ADN.

Las mediciones se correlacionaron con pacientes que fueron finalmente diagnosticados de cáncer (58), personas en condiciones pre-cancerosas (56) y personas sanas (94).

Para Anderson, aún queda mucha investigación por hacer, pero los primeros resultados completados con tres tipos diferentes de cáncer «son notables».

«Hemos identificado diferencias significativas entre los voluntarios sanos, los pacientes sospechosos de tener cáncer y los pacientes con cáncer confirmado. Creemos que esto confirma el potencial de la prueba como una herramienta de diagnóstico», añade la científica.

Anderson cree que si la LGS demuestra ser una prueba de diagnóstico del cáncer útil, sería una adición muy valiosa a los procedimientos más tradicionales de detección de esta enfermedad.

Un ensayo clínico está actualmente en curso en Bradford Royal Infirmary. Este investigará la eficacia de la prueba LGS para la predicción correcta de pacientes derivados por sus médicos de cabecera por sospecha de cáncer colorrectal.

La Universidad de Bradford ha solicitado patentes para la tecnología y se ha creado una empresa spin-out, Oncascan, para su comercialización.